HA PARTIDO SAMUEL YERA POMPA
Del modo más
súbito e inesperado, para quienes conocíamos de su vitalidad, pasión
investigativa y dedicación al exigente trabajo del guiado de pesca en la
cayería norte de Villa Clara, Cuba, recibimos el sábado 15 de abril de 2017 la
noticia de la muerte de Samuel Yera Pompa. Iba a cumplir 55 años de edad y todo
el tiempo fue un hombre atento tanto a su preparación física como a la
activación de sus reservas intelectuales en torno al fascinante oficio que
conquistó en base a dedicación y talento.
Había nacido en La Habana el 1 de
octubre de 1962, se tituló en ingeniería civil e inició su actividad
profesional en una oficina de proyectos. Con su traslado a la ciudad de Santa
Clara perdía tal vez la ventaja de un empleo en la capital del país, pero en su
seriedad como aficionado a la pesca percibía que se acercaba a los territorios
acuáticos donde la pesca de la lobina negra boquigrande, nuestra trucha cubana,
era más inmediata y efectiva para su preparación como competidor de primer
nivel en los principales torneos del país. Validó repetidas veces su condición
de campeón nacional de la pesca de la trucha, incluidas tres ocasiones en el
clásico Incendio de Bayamo (1993, 1997 y 2015), Hanabanilla 1996, Minerva 2008,
Rio Cauto 2012.
Desbordaba de entusiasmo en noviembre de 1996, empeñado en realizar
prospecciones de pesca con vistas a generar productos turísticos en base al
potencial de los enclaves fluviales donde se criaba la lobina boquigrande o
trucha cubana. Para esto, había involucrado a un científico local, que poseía
conocimiento de los métodos investigativos utilizados en la investigación de
poblaciones de truchas; había conseguido una ecosonda, un lector de colores y
un motor fueroborda para auxiliarse de estos medios en los estudios que
proyectaba. Basado en datos personales de captura e informaciones aportadas de
los pescadores balseros de la ciudad de Santa Clara, realizó una
caracterización de las poblaciones de trucha en los embalses Palma Sola,
Alacranes, Voladora y Hanabanilla. Su dominio del tema le permitió hacer
aportes a las resoluciones 260/98 y 323/98, del Ministerio de la Industria
Pesquera, un intento de protección de esa valiosa especie fluvial introducida,
que decidió declarar como embalse de captura y suelta a dos de los estudiados
por Yera, y establecer vedas y tallas mínimas en otros del país.
Cuando la revista española Solo
Pesca organiza en embalses cubanos su tercera Copa internacional del Black
Bass, Yera es uno de los invitados, gracias a la gentileza del director de la
publicación, que acepta la participación sin costo de cuatro competidores
cubanos. Los organizadores locales, sin embargo, acogieron con escasa
motivación este hecho, y el dúo del que formaba parte Samuel no fue informado
del sitio de inicio de competencia, perdiendo la primera jornada de pesca en la
laguna La Redonda, lo que redujo a un mínimo sus posibilidades en la cita
efectuada del 19 al 22 de febrero de 1997, pues la segunda parte de la
competencia se llevó a cabo en Alacranes, cuya ictiofauna carecía en aquel
minuto del mínimo de posibilidades para acoger un certamen de tal categoría.
3En su correspondencia con un amigo periodista,
Samuel Yera Pompa muestra ya una experiencia suficientemente funcional en los
temas de la explotación turística de la trucha, lo que le permite emitir el
juicio de que el error clave cometido en la gestión de esta modalidad consistía en tratarlo como un producto
convencional, y no como un recurso natural renovable que responde a leyes, que
están más allá de contratos y mecanismos comerciales: “No se trata solo de
servirse, de usar en este caso una especie acuática, de ingresar dinero el
primer año y luego quedar descomercializados, se trata de usarla de forma
sostenible, y en este contexto de turismo especializado (en que el término
indica exactamente que es un mundo de especialistas, tanto de personas como de
entidades) el uso sostenible de la trucha no es solo prohibir pescar, sino
comprender que lo que se está comercializando forma parte de un ecosistema, de
un organismo vivo que es el embalse.”
Su carta acerca de la pesca de la trucha en cámara, constituye en
realidad un artículo de más de 3 700 palabras que caracteriza ―del modo más
sistemático y preciso que cabría esperar
de un hombre de su formación intelectual― una modalidad de pesca virtualmente “contestataria”,
dado el enfrentamiento de sus practicantes no ya con normativas ministeriales
de pesca de finales de los años noventa, sino con las carencias materiales de
la época del llamado “período especial”. Según su testimonio, los pescadores
empleaban neumáticos de jeeps, de dimensiones no demasiado grandes, al objeto
de desinflarlos con rapidez si eran perseguidos por inspectores de pesca, y así
escapar entre la maleza de las orillas, guardando dentro del saco, que antes habían usado como asiento,
los avíos, las patas de rana y las valiosas truchas capturadas.
Yera no solo
puso su empeño en la organización del certamen “Todos Estrellas del Bass en
Cuba”, celebrado del 6 al 8 de marzo de 1998, sino que pudo ganar, como
competidor, el primer puesto de esa lid histórica, para la cual fueron
convocados los 10 competidores cubanos de más alta calificación en esa
modalidad de pesca, más cuatro antiguos campeones y dos turistas que se hallaban alojados por esos días en el
hotel Hanabanilla, a orillas del embalse del mismo nombre. Esta vez, la labor
de Yera Pompa contribuyó, entre otros colaboradores, a hacer realidad el empeño
del conocido organizador de la afición de pesca en la provincia de Villa Clara,
el recordado José Quintín Cardoso Gómez. Tras largas semanas de preparación, la
entidad turística a la que se ofreció el proyecto para que lo comercializara,
se mostró incapaz de demostrar su capacidad para el encargo, a pesar de
habérsele ofrecido cada uno de los elementos necesarios para materializar el
certamen, incluso contactos internacionales para captar pescadores foráneos.
5Por la misma
época, iniciaba su trabajo como guía de pesca del sábalo en Cayo Las Brujas,
donde identificó un notable número de áreas de pesca mediante una prospección
realizada bajo su exclusiva iniciativa, luego convertida en producto turístico
por la agencia de viajes que lo empleó por varios años, hasta que en 2009 la
entidad a cargo puso la operación en manos de un turoperador extranjero. Justo
este mismo año se incorpora al torneo abierto de pesca a mosca Zapatafly,
organizado por el Parque Nacional Ciénaga de Zapata, mostrando por primera vez
su dominio técnico en esta modalidad, aparte de intervenir como ponente en el
taller teórico asociado al evento deportivo, con las ponencias “La pesca del
sábalo en la cayería norte de Villa Clara” y “Proyectos de conservación de la
trucha (Micropterus salmoides)”.
Una verdadera ganancia para la
International Game Fish Association, IGFA, con sede en Dania Beach, Florida,
EE.UU., pudo haber sido la incorporación en su membresía de este cubano, cuya
amplitud de criterios en lo teórico y fogueada práctica como deportista y
profesional del guiado nos hacían creer que, acercándose a la edad de la
jubilación, un golpe de lucidez en quienes tales asuntos deciden le podían
haber colocado, a él y a unos cuantos maestros de la vara y el carrete en igual
situación, en posiciones directivas y de entrenamiento de nuevos valores, para
asegurar en manos nacionales un recurso natural mucho más cercano a nuestras
esencias de lo que hemos sabido ver, pues siendo el país archipiélago, las
aguas han de prevalecer en el entendimiento.
El reporte de
una trucha de 13 libras y 8 onzas capturada en la presa Muñoz, provincia de
Camagüey, en 1990, lo convierte un
lustro más tarde en el primer cubano que aparece en el libro de records
mundiales de la pesca, como integrante del 10 Pound Bass Club con esa pieza.
Fue nombrado como uno de los representantes de la IGFA en Cuba en abril de
2003, y en 2015 obtuvo un resultado notable para el conocimiento internacional
del área de pesca de Cayo Santa María, al inscribir en el libro de records de
esa organización los dos primeros Inshore Grand Slam ―captura en un mismo día
de tres de cuatro especies: macabí, sábalo, palometa y robalo―, una marca muy
apreciada por los turistas más especializados de esta modalidad. Más
recientemente, la IGFA le otorgó el título de Capitán Certificado. Como guía
profesional, su trabajo ha sido reseñado en programas audiovisuales como “Canadian
sportfishing show” y “Extreme Fishing III”, en artículos y reportajes de
destacadas publicaciones del mundo de la pesca turística, mientras el autor norteamericano
Monte Burke le dedica un capítulo de su libro Sowbelly, the obsessive quest for the world record largemouth bass (Penguin,
NY, 2005).
En junio de
2003, la centenaria revista norteamericana Field
and Stream destaca el trabajo de Yera como guía turístico de pesca. El periodista
Jonathan Miles, autor del artículo “¡Mucha trucha grande! – Many big bass!”,
señala que el cubano era en ese entonces tres veces campeón de la pesca de la
trucha y uno de los mejores pescadores de esta especie fluvial en Cuba, lo cual
estaba respaldado por la realidad. A
pesar de que en la época de este texto la pesca de la lobina negra boquigrande
había dejado atrás su mejor momento como producto turístico, la experiencia de
Samuel Yera pudo todavía encontrar las mejores locaciones accesibles; condujo a
los visitantes al famoso embalse Hanabanilla, con su confortable hotel en las
márgenes, justamente concebido para este tipo de oferta, y en un recorrido
hacia el oriente de la Isla lograron en la laguna de Leonero una pieza de 8
libras que la publicación norteamericana pudo exhibir en una de sus
ilustraciones. El cronista describía a su guía local con infrecuente
adjetivación: “un antiguo ingeniero civil, con las maneras y apariencia de un
intelectual universitario”.
Samuel Yera Pompa fue uno de los colaboradores
de CUBANOS DE PESCA. En 2008 contribuyó a su fondo documental, dispuesto en
internet para dar promoción a los aspectos más sobresalientes de la pesca
deportiva cubana, con sendos cursos sobre “Pesca de la trucha” y “Pesca de
spinning marítimo”, y el pasado año autorizó la publicación de la
correspondencia (“Las Cartas de Samuel”) que había remitido al editor del blog,
en los años en que ambos iniciaban sus empeños por promover el conocimiento de
la pesca deportiva cubana. Todavía en diciembre de 2016, sin tener idea de su
situación de salud, pudo el blog contar con él como jurado del “Concurso de
Texto Informativo y Literario” que este sitio convocó y premió, con motivo de
su noveno año en internet.
En su
currículo, declaró con orgullo que aprendió a pescar antes que a leer y a
escribir, conducido por su padre, José Manuel Yera, uno de los pioneros de la
pesca a vara y carrete en la década del sesenta, quien lo introduciría en la
pesca de competición, para ganar su primer torneo infantil en 1970, con ocho
años de edad. Desde entonces parece haber tomado ese camino tan natural de las
personas que han de colocar una impronta en el conjunto de su comunidad: halló
su propio lugar, abrió los ojos y vio lo que era preciso, compartió lo que
supo, sin esperar le dijeran si era o no lo conveniente. Algunos saben lo que
es necesario, y con ello basta.
Ha partido Samuel Yera Pompa; antes
dimos las condolencias. Ahora advirtamos que su legado, saldo de experiencias
conscientemente buscadas, cuanto de consultas bibliográficas y razonamientos a
partir de una conveniente preparación profesional, representan un fondo de
saber que nos corresponde socializar y poner al servicio de la actualización de
la pesca deportiva cubana como recurso de valor recreativo, en función de un
tiempo libre de más culto enfoque. Asimismo, como producto turístico gestionado
desde pautas autóctonas, y como herramienta de educación ambiental. Eso basta
para el homenaje que el hombre útil merece.
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