16 mayo 2017

HA PARTIDO SAMUEL YERA POMPA
Del modo más súbito e inesperado, para quienes conocíamos de su vitalidad, pasión investigativa y dedicación al exigente trabajo del guiado de pesca en la cayería norte de Villa Clara, Cuba, recibimos el sábado 15 de abril de 2017 la noticia de la muerte de Samuel Yera Pompa. Iba a cumplir 55 años de edad y todo el tiempo fue un hombre atento tanto a su preparación física como a la activación de sus reservas intelectuales en torno al fascinante oficio que conquistó en base a dedicación y talento.
Había nacido en La Habana el 1 de octubre de 1962, se tituló en ingeniería civil e inició su actividad profesional en una oficina de proyectos. Con su traslado a la ciudad de Santa Clara perdía tal vez la ventaja de un empleo en la capital del país, pero en su seriedad como aficionado a la pesca percibía que se acercaba a los territorios acuáticos donde la pesca de la lobina negra boquigrande, nuestra trucha cubana, era más inmediata y efectiva para su preparación como competidor de primer nivel en los principales torneos del país. Validó repetidas veces su condición de campeón nacional de la pesca de la trucha, incluidas tres ocasiones en el clásico Incendio de Bayamo (1993, 1997 y 2015), Hanabanilla 1996, Minerva 2008, Rio Cauto 2012. 
Desbordaba de entusiasmo en noviembre de 1996, empeñado en realizar prospecciones de pesca con vistas a generar productos turísticos en base al potencial de los enclaves fluviales donde se criaba la lobina boquigrande o trucha cubana. Para esto, había involucrado a un científico local, que poseía conocimiento de los métodos investigativos utilizados en la investigación de poblaciones de truchas; había conseguido una ecosonda, un lector de colores y un motor fueroborda para auxiliarse de estos medios en los estudios que proyectaba. Basado en datos personales de captura e informaciones aportadas de los pescadores balseros de la ciudad de Santa Clara, realizó una caracterización de las poblaciones de trucha en los embalses Palma Sola, Alacranes, Voladora y Hanabanilla. Su dominio del tema le permitió hacer aportes a las resoluciones 260/98 y 323/98, del Ministerio de la Industria Pesquera, un intento de protección de esa valiosa especie fluvial introducida, que decidió declarar como embalse de captura y suelta a dos de los estudiados por Yera, y establecer vedas y tallas mínimas en otros del país.



Cuando la revista española Solo Pesca organiza en embalses cubanos su tercera Copa internacional del Black Bass, Yera es uno de los invitados, gracias a la gentileza del director de la publicación, que acepta la participación sin costo de cuatro competidores cubanos. Los organizadores locales, sin embargo, acogieron con escasa motivación este hecho, y el dúo del que formaba parte Samuel no fue informado del sitio de inicio de competencia, perdiendo la primera jornada de pesca en la laguna La Redonda, lo que redujo a un mínimo sus posibilidades en la cita efectuada del 19 al 22 de febrero de 1997, pues la segunda parte de la competencia se llevó a cabo en Alacranes, cuya ictiofauna carecía en aquel minuto del mínimo de posibilidades para acoger un certamen de tal categoría.
3En su correspondencia con un amigo periodista, Samuel Yera Pompa muestra ya una experiencia suficientemente funcional en los temas de la explotación turística de la trucha, lo que le permite emitir el juicio de que el error clave cometido en la gestión de esta modalidad consistía en tratarlo como un producto convencional, y no como un recurso natural renovable que responde a leyes, que están más allá de contratos y mecanismos comerciales: “No se trata solo de servirse, de usar en este caso una especie acuática, de ingresar dinero el primer año y luego quedar descomercializados, se trata de usarla de forma sostenible, y en este contexto de turismo especializado (en que el término indica exactamente que es un mundo de especialistas, tanto de personas como de entidades) el uso sostenible de la trucha no es solo prohibir pescar, sino comprender que lo que se está comercializando forma parte de un ecosistema, de un organismo vivo que es el embalse.”
Su carta acerca de la pesca de la trucha en cámara, constituye en realidad un artículo de más de 3 700 palabras que caracteriza ―del modo más sistemático y preciso  que cabría esperar de un hombre de su formación intelectual― una modalidad de pesca virtualmente “contestataria”, dado el enfrentamiento de sus practicantes no ya con normativas ministeriales de pesca de finales de los años noventa, sino con las carencias materiales de la época del llamado “período especial”. Según su testimonio, los pescadores empleaban neumáticos de jeeps, de dimensiones no demasiado grandes, al objeto de desinflarlos con rapidez si eran perseguidos por inspectores de pesca, y así escapar entre la maleza de las orillas, guardando dentro del  saco, que antes habían usado como asiento, los avíos, las patas de rana y las valiosas truchas capturadas.
Yera no solo puso su empeño en la organización del certamen “Todos Estrellas del Bass en Cuba”, celebrado del 6 al 8 de marzo de 1998, sino que pudo ganar, como competidor, el primer puesto de esa lid histórica, para la cual fueron convocados los 10 competidores cubanos de más alta calificación en esa modalidad de pesca, más cuatro antiguos campeones y dos turistas  que se hallaban alojados por esos días en el hotel Hanabanilla, a orillas del embalse del mismo nombre. Esta vez, la labor de Yera Pompa contribuyó, entre otros colaboradores, a hacer realidad el empeño del conocido organizador de la afición de pesca en la provincia de Villa Clara, el recordado José Quintín Cardoso Gómez. Tras largas semanas de preparación, la entidad turística a la que se ofreció el proyecto para que lo comercializara, se mostró incapaz de demostrar su capacidad para el encargo, a pesar de habérsele ofrecido cada uno de los elementos necesarios para materializar el certamen, incluso contactos internacionales para captar pescadores foráneos.
5Por la misma época, iniciaba su trabajo como guía de pesca del sábalo en Cayo Las Brujas, donde identificó un notable número de áreas de pesca mediante una prospección realizada bajo su exclusiva iniciativa, luego convertida en producto turístico por la agencia de viajes que lo empleó por varios años, hasta que en 2009 la entidad a cargo puso la operación en manos de un turoperador extranjero. Justo este mismo año se incorpora al torneo abierto de pesca a mosca Zapatafly, organizado por el Parque Nacional Ciénaga de Zapata, mostrando por primera vez su dominio técnico en esta modalidad, aparte de intervenir como ponente en el taller teórico asociado al evento deportivo, con las ponencias “La pesca del sábalo en la cayería norte de Villa Clara” y “Proyectos de conservación de la trucha (Micropterus salmoides)”.

Una verdadera ganancia para la International Game Fish Association, IGFA, con sede en Dania Beach, Florida, EE.UU., pudo haber sido la incorporación en su membresía de este cubano, cuya amplitud de criterios en lo teórico y fogueada práctica como deportista y profesional del guiado nos hacían creer que, acercándose a la edad de la jubilación, un golpe de lucidez en quienes tales asuntos deciden le podían haber colocado, a él y a unos cuantos maestros de la vara y el carrete en igual situación, en posiciones directivas y de entrenamiento de nuevos valores, para asegurar en manos nacionales un recurso natural mucho más cercano a nuestras esencias de lo que hemos sabido ver, pues siendo el país archipiélago, las aguas han de prevalecer en el entendimiento.
El reporte de una trucha de 13 libras y 8 onzas capturada en la presa Muñoz, provincia de Camagüey,  en 1990, lo convierte un lustro más tarde en el primer cubano que aparece en el libro de records mundiales de la pesca, como integrante del 10 Pound Bass Club con esa pieza. Fue nombrado como uno de los representantes de la IGFA en Cuba en abril de 2003, y en 2015 obtuvo un resultado notable para el conocimiento internacional del área de pesca de Cayo Santa María, al inscribir en el libro de records de esa organización los dos primeros Inshore Grand Slam ―captura en un mismo día de tres de cuatro especies: macabí, sábalo, palometa y robalo―, una marca muy apreciada por los turistas más especializados de esta modalidad. Más recientemente, la IGFA le otorgó el título de Capitán Certificado. Como guía profesional, su trabajo ha sido reseñado en programas audiovisuales como “Canadian sportfishing show” y “Extreme Fishing III”, en artículos y reportajes de destacadas publicaciones del mundo de la pesca turística, mientras el autor norteamericano Monte Burke le dedica un capítulo de su libro Sowbelly, the obsessive quest for the world record largemouth bass (Penguin, NY, 2005).
En junio de 2003, la centenaria revista norteamericana Field and Stream destaca el trabajo de Yera como guía turístico de pesca. El periodista Jonathan Miles, autor del artículo “¡Mucha trucha grande! – Many big bass!”, señala que el cubano era en ese entonces tres veces campeón de la pesca de la trucha y uno de los mejores pescadores de esta especie fluvial en Cuba, lo cual estaba  respaldado por la realidad. A pesar de que en la época de este texto la pesca de la lobina negra boquigrande había dejado atrás su mejor momento como producto turístico, la experiencia de Samuel Yera pudo todavía encontrar las mejores locaciones accesibles; condujo a los visitantes al famoso embalse Hanabanilla, con su confortable hotel en las márgenes, justamente concebido para este tipo de oferta, y en un recorrido hacia el oriente de la Isla lograron en la laguna de Leonero una pieza de 8 libras que la publicación norteamericana pudo exhibir en una de sus ilustraciones. El cronista describía a su guía local con infrecuente adjetivación: “un antiguo ingeniero civil, con las maneras y apariencia de un intelectual universitario”.
Samuel Yera Pompa fue uno de los colaboradores de CUBANOS DE PESCA. En 2008 contribuyó a su fondo documental, dispuesto en internet para dar promoción a los aspectos más sobresalientes de la pesca deportiva cubana, con sendos cursos sobre “Pesca de la trucha” y “Pesca de spinning marítimo”, y el pasado año autorizó la publicación de la correspondencia (“Las Cartas de Samuel”) que había remitido al editor del blog, en los años en que ambos iniciaban sus empeños por promover el conocimiento de la pesca deportiva cubana. Todavía en diciembre de 2016, sin tener idea de su situación de salud, pudo el blog contar con él como jurado del “Concurso de Texto Informativo y Literario” que este sitio convocó y premió, con motivo de su noveno año en internet.
En su currículo, declaró con orgullo que aprendió a pescar antes que a leer y a escribir, conducido por su padre, José Manuel Yera, uno de los pioneros de la pesca a vara y carrete en la década del sesenta, quien lo introduciría en la pesca de competición, para ganar su primer torneo infantil en 1970, con ocho años de edad. Desde entonces parece haber tomado ese camino tan natural de las personas que han de colocar una impronta en el conjunto de su comunidad: halló su propio lugar, abrió los ojos y vio lo que era preciso, compartió lo que supo, sin esperar le dijeran si era o no lo conveniente. Algunos saben lo que es necesario, y con ello basta.
Ha partido Samuel Yera Pompa; antes dimos las condolencias. Ahora advirtamos que su legado, saldo de experiencias conscientemente buscadas, cuanto de consultas bibliográficas y razonamientos a partir de una conveniente preparación profesional, representan un fondo de saber que nos corresponde socializar y poner al servicio de la actualización de la pesca deportiva cubana como recurso de valor recreativo, en función de un tiempo libre de más culto enfoque. Asimismo, como producto turístico gestionado desde pautas autóctonas, y como herramienta de educación ambiental. Eso basta para el homenaje que el hombre útil merece.


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