NOSTALGIAS
ANTICIPADAS
Una
entrevista con el Dr. Douglas E. LaPrade, prologuista del libro El torneo cubano de Ernest Hemingway.
Ismael León Almeida
C
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onfieso que me
impresionó. Que alguien se tomara el trabajo de meterse en los Pirineos, la
elevada sierra que divide o junta a España y Francia, solo para averiguar lo
que hubiera de exacto en la descripción de las escenas de pesca que Ernest Hemingway
incluye en su novela The sun also rises
(Fiesta) fue un ejercicio de
meticulosidad que no podía dejar de admirar, como reportero y obstinado averiguador
de pesquerías que uno suele ser hace demasiado tiempo. El profesor Douglas
Edward LaPrade, un texano alto y caballeroso, se tomó ese trabajo y luego
escribió el artículo “Fishing for Hemingway” para la revista Lookout en octubre de 1991. Puso al descubierto la coincidencia
entre la obra de ficción y los hechos reales que nutrieron una parte esencial
de su trama y sus escenarios: la habitación número ocho del hostal de Burguete,
el pueblo mismo, los paisajes del camino hacia el río Irati y hasta la fuente
donde los personajes Jack y Bill pusieron a enfriar sus botellas de vino para
el almuerzo, existen tal y como son descritos por el novelista.
Al Dr. LaPrade le conocen
de cerca los estudiosos cubanos que durante el último par de décadas se han
empeñado en llenar el vacío de conocimiento en torno a la obra de Ernest
Hemingway y su relación con el país donde este decidió instalar su hogar. Oriundo
de Dallas, Texas, este catedrático completó su formación académica superior en
Illinois, se desempeñó durante casi una década como docente en una universidad
española y desde 1997 es un ponente habitual en los eventos dedicados al Premio
Nobel de Literatura de 1954 por el Museo Hemingway de Finca Vigía y la Cátedra
Hemingway del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, ambos en La
Habana; también ha prologado y traducido libros de autores cubanos en esa línea
temática, escrito artículos y respondido cuestionarios como el que ahora le
presentamos, a punto de su arribo a la capital cubana para participar en la
presentación de una obra en la XXVII Feria Internacional del Libro de La Habana
2018.
Ismael
León Almeida: En alguna
parte hemos leído ―o escuchamos tal vez en alguno de los innumerables eventos
académicos compartidos― que el acercamiento de Hemingway con Cuba tuvo su
origen en su amor por España y lo español. ¿En cierta medida, puede haberle
ocurrido a usted algo similar?
Douglas
LaPrade: Sin duda, durante mi primera visita a
Cuba, tenía la sensación de haber estado aquí antes. Me preguntaba cómo era
posible sentir nostalgia por un sitio que no conocía hasta el momento, pero así
sentía al aterrizar en Cuba. Gabriel García Márquez ha escrito algo parecido
sobre Galicia, por la cual sentía nostalgia antes de conocerla. En su caso, se
había criado en Colombia con una abuela gallega. En mi caso, había vivido casi
una década en España antes de visitar Cuba por primera vez. En La Habana me di
cuenta inmediatamente del centro gallego, el centro asturiano, y el centro
catalán, y la proximidad de todos respecto al Capitolio.
I.L.A.: ¿Es lo hispano parte del sustrato
cultural de Texas, su tierra?
D.L.P: Llevo
veinticinco años dando clases en la Universidad de Texas Río Grande Valley en
la frontera entre Texas y México, y la gran mayoría de los alumnos son de
herencia hispana. En el año 2012, cuando yo era director de la editorial universitaria,
publiqué una edición bilingüe de poesía de César Antonio Molina, quien ha sido
Ministro de Cultura de España, y también Director del Instituto Cervantes, el
organismo oficial del gobierno de España cuyo objetivo es difundir el estudio
de la lengua española por todo el mundo. Publiqué este libro como homenaje a
mis alumnos para que pudieran celebrar su herencia hispana en Texas. Mis
alumnos pueden presumir del aval de un poeta español quien ha sido Director del
Instituto Cervantes, y también Ministro de Cultura de España.
I.L.A.: Usted es graduado de la Universidad de
Illinois en Urbana-Champaign, entre cuyos egresados se cuentan personalidades
muy conocidas para los cubanos, como el presidente ecuatoriano Rafael Correa y
el reverendo Jesse Jackson. La elección de un campus tan distante de su hogar,
nos comunica la idea de una expectativa de formación muy específica, ¿fue de
ese modo?
D.L.P: La
decisión era más bien pragmática. Una vez terminada la licenciatura en Dallas,
la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign me ofreció un contrato como
profesor ayudante, puesto que me permitió pagar la matrícula para los estudios
postgraduados mientras empezaba la formación docente. Ese pueblo universitario
me encantaba, y la biblioteca universitaria se cuenta entre las mejores del
país. No olvidemos que el gran escritor tejano Rolando Hinojosa también se
doctoró en Illinois, y luego ganó el Premio Literario Casa de las Américas aquí
en Cuba.
El primero de septiembre de 1984, el
joven profesor Douglas LaPrade dio inicio una serie continua de nueve cursos
académicos que impartiría en la Universidad de Barcelona, España. Como parte de
esa singular etapa, su formación alcanzaría a consolidar un personal enfoque en
el ámbito de la cultura española. La concesión en 1986 de una beca Fulbright
por el gobierno de su país, le posibilitó contar por dos años con recursos para
realizar su tesis de doctorado, presentada en 1988.
Sus investigaciones, centradas en la
censura de la obra de Hemingway en España durante el régimen del general
Francisco Franco, las desempeñó en el Archivo General de la Administración de
Alcalá de Henares. Durante sus estudios en la península ibérica, se acercó de
modo intenso a la lengua y la cultura hispana. Contó con la asesoría de personalidades
intelectuales como José Luis Castillo Puche (1919-2004), autor de Hemingway entre la vida y la muerte y Hemingway in Spain; novelista, ensayista,
periodista, editor, dos veces Premio Nacional de Literatura y miembro cuatro
veces de la Real Academia Española, cuya orientación le ayudó a valorar al
laureado escritor norteamericano en el contexto español. La exploración
cognoscitiva se expande por momentos y alcanza nuevas figuras del corpus
literario español, como el poeta Rafael Alberti, o en su valoración acerca de
la obra de teatro de Hemingway La quinta
columna, expuesta en conferencia que dicta en Valencia en 1992, año en el
que también recibe invitación de la universidad francesa de La Sorbona para
contribuir a un estudio sobre la recepción de Hemingway en España.
I.L.A.: De un modo subjetivo, tengo la
impresión de que es usted uno de los estadounidenses con mejor capacidad de
expresión en lengua castellana que he conocido. ¿Se considera usted un buen
hablante de la lengua de Cervantes, Quevedo y Garcilaso de la Vega? ¿Ha sido
muy laborioso alcanzar ese dominio?
D.L.P: Valga
decir que mi padre era profesor universitario de la literatura española del
Siglo de Oro. Me criaba entre estatuillas de Cervantes y Don Quixote en la
casa. Los colegas de mi padre le llamaban Nebrija1 debido a su meticulosa dedicación al estudio de la gramática
castellana. Una vez fuimos juntos al pueblo extremeño de Zalamea, escenario de
la famosa obra de teatro titulado El alcalde de Zalamea, de Pedro Calderón de
la Barca. Me juré que no saldría del pueblo sin sacar una foto de mi padre con
el alcalde de Zalamea. Entramos en el ayuntamiento, y nos recibieron de forma
hospitalaria. Guardo celosamente esa foto de mi padre con el alcalde de
Zalamea.
El dominio de la lengua española
ha propiciado al profesor LaPrade un diálogo más directo con la mayoría de los
participantes en los coloquios sobre Hemingway celebrados en Cuba, la ocupación
de muchos de los cuales es asimismo la docencia a diversos niveles, si bien
otros se desempeñan en el periodismo, la abogacía o la esfera bibliotecológica.
En otro de sus desempeños profesionales ha de mencionarse la traducción al
inglés de obras de autores cubanos, como Ernest
Hemingway in the Romano Archipelago (1999) y The Empire of Havana (2003), ambas de Enrique Cirules, y el relato “Journey to China”, de C. Aguilera, que
tradujo para la antología New short
fiction from Cuba, publicada en 2007 por Northwestern University Press, de
Illinois.
I.L.A.: Hay en uno de sus libros una línea tan
sugerente que no puedo dejar de traerla a colación: “El estilo es algo tan
sutil que no puede ser conservado por entero en una traducción” 2. Su propia experiencia en el campo de
la traducción podría excusarme de pretender avanzar más en el tema, pero me
acomete la duda de, si tal imposibilidad influye en gran medida en la
traducción poética, que es sin embargo bastante frecuente, a condición de que
sean poetas quienes la realicen, naturalmente.
D.L.P: He
aprendido que la traducción no es un ejercicio meramente lingüístico ni
literario. El traductor tiene que sumergirse totalmente en ambas culturas para
pasar la obra de un idioma a otro. Hay que conocer la historia y la cultura del
otro país para traducir su literatura. La traducción exige la inmersión total
en la cultura.
I.L.A.: Más allá de sus apreciaciones
académicas, ¿cuáles son sus preferencias personales como lector? ¿Obras en
lengua española forman parte de ellas? ¿Cuáles, en particular, y por cuáles
razones, si es explicable?
D.L.P: Siempre
me ha gustado la poesía del Renacimiento, tanto en inglés como en español,
debido a su temática eterna e ideal. Shakespeare, Góngora, y Quevedo son mis
preferidos. El poeta Wordsworth del Romanticismo también me gusta. En el siglo
veinte, he leído las obras de Lorca, Alberti, y Machado. También me encantan
los escritores de la Generación de ’98 como Unamuno y Azorín porque son capaces
de describir el paisaje español de forma trascendental.
I.L.A.: Entendido el papel esencial del
lenguaje en la cultura, ¿considera que el
conocimiento alcanzado por tantos años y en tan relevantes plazas han
incorporado asimismo a su acervo personal parte de la comprensión de lo íntimo
de los pueblos hispanoparlantes?
D.L.P: Sí,
estoy tan convencido del valor del estudio de otras lenguas y culturas que he
dicho a mis alumnos que su formación no es completa si prescinden del
conocimiento de otro idioma que no es suyo. No decides cuál es tu lengua
materna, pero sí puedes decidir cuales lenguas extranjeras quieras dominar.
I.L.A.: De la revisión del currículo
profesional del Dr. LaPrade uno percibe la intensa dedicación a la docencia que
mantiene con inalterable sistematicidad a lo largo de los años ¿Es la profesión
parte de su herencia familiar?
D.L.P: Mi
padre era profesor universitario del español durante cuarenta y un años, y mi
madre era maestra de inglés en los colegios públicos de Dallas durante treinta
y un años.
I.L.A.: Voy a pedirle como obsequio una
descripción de su experiencia como docente, si es posible centrada en su
relación con los estudiantes, el modo en que cree mejor acercarlos al conocimiento,
tanto en el aula como en esos importantes períodos formativos que son los preparativos de las tesis de graduación.
D.L.P: Soy
bastante formal y tradicional en la presentación de la materia, pero también
les hago saber que tarde o temprano tendrán que apasionarse por algo. Por
ejemplo, en mi asignatura monográfica sobre Hemingway, pasamos la mayoría del
tiempo analizando los textos del escritor de forma detenida, pero algún día les
enseño las fotos de los monumentos cubanos y españoles relacionados con los
libros de Hemingway. Mis alumnos saben lo que es la Finca Vigía, y han visto
mis fotos de Gregorio Fuentes. De esa manera la palabra se encarna.
I.L.A.: ¿De qué modo incorpora a su docencia
los temas de sus investigaciones?
D.L.P: A
veces presento algún documento descubierto en los archivos a mis alumnos para
que vean la resonancia internacional y política de Hemingway. La censura de
Hemingway en España es un tema que despierta el interés de los lectores
interesados en la intriga y el espionaje, y ciertas anécdotas sobre la guerra
civil española mantienen el interés de los alumnos.
I.L.A.: ¿Es su experiencia inaugural, como
profesor en una universidad española, lo que lo inclina al estudio de la obra y
los vínculos de Hemingway con ese país, o la búsqueda de ese destino docente
fue un proyecto previamente establecido?
D.L.P: Empecé
a dar clases en la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign en el año 1978.
Al cabo de dos años recibí el título de máster, y luego pasé dos años más estudiando
las asignaturas para el doctorado. En el año 1982, con todos los requisitos
para el doctorado cumplidos, excepto la tesis, recibí una beca para estudiar en
la Universidad de Salamanca durante un año. Fue allí que descubrí que el decano
de la Facultad de Filología, Javier Coy Ferrer, era experto en la literatura
norteamericana. Luego fui a Madrid y llamé a José Luis Castillo Puche,
novelista y amigo de Hemingway. Estos dos señores me convencieron que Hemingway
era tema digno de la tesis doctoral. Luego me tocó una plaza como profesor
visitante de la Universidad de Barcelona durante el curso 1984-1985. Fue en
Barcelona que mi colega Jacqueline Hurtley me habló de los archivos con los
documentos de la censura franquista. Pasé el verano del año 1985 en el archivo
buscando los expedientes de censura sobre las obras de Hemingway. El resultado
fue el libro titulado La censura de Hemingway en España, publicado por
Ediciones Universidad de Salamanca en el año 1991.
I.L.A.: Dado que las experiencias de los
escritores al enfrentar el proceso creativo suelen ser disímiles, siempre nos
ha intrigado el proceso de trabajo que culmina en la publicación de un libro.
Usted, que es autor de cuatro obras, ¿cómo describiría ese proceso a partir de sus
vivencias? ¿Escribe regularmente? ¿En su caso la escritura y publicación de
artículos y la exposición de conferencias y ponencias es parte del proceso de
comprensión de la materia en estudio?
D.L.P: Creo
que pasamos por temporadas en la vida y en la carrera. He pasado por temporadas
frenéticas cuando buscaba documentos en los archivos de España. Establezco un
ritmo de madrugar temprano y coger el tren desde el centro de Madrid para
llegar a Alcalá de Henares, el pueblo natal de Cervantes donde están
almacenados los archivos. Al cabo de semanas o meses indagando en los archivos,
tengo la materia prima. Luego empieza la próxima temporada, que es menos
dramática y más bien monástica. Esta es la temporada de pensar y escribir.
Luego empieza el curso académico y hay que encontrar el equilibrio entre la
investigación y la docencia. Este es el gran dilema de cada profesor.
I.L.A.: Quien haya sentido en el rostro los
vahos de ese instrumento de control del pensamiento, no pasa por alto su
definición de dos aspectos que caracterizan la censura: la “vaguedad y
arbitrariedad de las leyes” que la gobiernan, y la “jerarquización estricta
entre los censores”. ¿Ha sido este fenómeno, derivado esencial del
autoritarismo, el centro de sus inquietudes, o siempre ha estado Hemingway su verdadero objeto de estudio? ¿Podría
ilustrarnos un poco en qué consiste la obra Censorship:
An International Encyclopedia, publicada en 2001? En su opinión, ¿cuál es
la magnitud del daño que provoca la censura en el orden cultural y ético a los
ciudadanos que la sufren?
D.L.P: Confieso
que lo primero que me atrajo de Hemingway era su escenario español. Luego
cuando tenía que buscar una pista para establecerme en la profesión
universitaria, me di cuenta del valor de Hemingway como figura cultural y
política, de ahí que surge el interés por la censura franquista. He contribuido
una quincena de artículos a la enciclopedia sobre la censura publicada en el
año 2001. El editor Derek Jones me escribió hace veinte años para pedírmelas. Todas
las entregas mías tratan sobre España. He escrito sobre Goya, Picasso, y el
cineasta Berlanga, entre otros. A través de una enciclopedia de esa magnitud,
se aprende que la libertad de expresión siempre ha sido amenazada por todo el
mundo, pero los escritores y artistas siempre han vencido. El espíritu
artístico es invicto. Los escritores españoles de la época franquista
derrotaron a la censura a través de un estilo denominado “alusivo y elusivo.”
La censura no les calló, sino al contrario, les hizo más creativos.
I.L.A.: Con los cambios de una época que
algunos denominan post-moderna, ¿considera que ha cambiado la forma en que es
percibida hoy día la literatura de Hemingway en España, en Cuba y en el mundo
hispanoparlante en general?
D.L.P: La
obra de Hemingway es tan variopinta que ha despertado el interés de nuevas escuelas
de crítica. Hemingway era profeta de los partidos verde que se preocupan por el
medio ambiente y la salud del planeta. Hace casi un siglo Hemingway escribió
sobre la destrucción de los bosques en el estado de Michigan por las empresas
leñadoras. Vd. como historiador de la pesca ya ha especulado sobre cómo
Hemingway se hubiera adaptado a la práctica de marcar y soltar en este siglo de
sostenibilidad. Y los críticos que se enfocan en el estudio de género han
descubierto a Hemingway.
Desde su presentación de la ponencia “La
censura franquista de Hemingway en España”,
durante el segundo coloquio internacional que en 1997 se dedicó a este escritor
en La Habana, el Dr. LaPrade ha sido una presencia familiar para quienes se
dedican en la nación antillana al estudio de la vida y obra del novelista
estadounidense. Dos veces retorna en 1998, para disertar en sendos enfoques
sucesivos sobre el documental “Tierra de España”, cuyo guion escribió el
novelista residente en Key West por los días de la Guerra Civil Española. Acerca
del enfrentamiento entre la república y la casta militar sublevada en la nación
ibérica, impartió en 2005 un curso de seis horas lectivas en el Instituto Internacional
de Periodismo José Martí de La Habana. Fue ese, además, el año del décimo
coloquio internacional Hemingway, al cual asistió para presentar un
"Homenaje a Castillo-Puche”. Con su principal línea de investigación
retorna al evento en 2013 con “Hemingway
prohibido en España”, tras el cual expondría en 2015 "Hemingway, Alberti,
y Numancia" y, en 2017,
"Hemingway y Gustavo Durán". Durante el pasado año, rindió
homenaje asimismo al fallecido escritor cubano Enrique Cirules, para quien
había escrito el epílogo del libro Hemingway,
ese desconocido, presentado durante el coloquio de 2015. La obra de este autor fue objeto del análisis
del profesor LaPrade en la Conferencia Internacional de Estudios del Caribe
efectuada en 2006 por la Universidad Panamericana de Texas en South Padre
Island, material luego impreso en un compendio que vio la luz en 2007.
Además
de libros de su autoría, numerosas contribuciones a toda una serie de obras
colectivas, compendios temáticos, antologías, entrevistas concedidas y
artículos de prensa de este intelectual norteamericano se relacionan igualmente
con Cuba. Su más reciente contribución ha sido el prólogo al libro El torneo cubano de Ernest Hemingway, de Ismael León Almeida,
incluido en el programa de presentaciones de la XXVII Feria Internacional del
libro de La Habana 2018.
I.L.A.: Citando un artículo de The Smithsonian Magazine, en el epílogo
que escribió para un libro cubano publicado en 2015, usted destaca que “el
lector no puede entender la narrativa de Hemingway sin apreciar la importancia
de Cuba en la vida y la obra del laureado Nobel” 3. Por nuestra parte hemos comprobado
que, cada vez que existe un acercamiento entre nuestros dos países, los medios
de acá no dejan de recordar esa circunstancia, mientras en coincidencia también
nos ha sido posible documentar un ansioso incremento del interés de los
aficionados estadounidenses por el turismo de pesca en las aguas cubanas 4 ¿Qué consideraciones le sugieren, en
este minuto, estas dos regularidades?
D.L.P: Cualquier
lector de cualquier pueblo reconoce los temas universales de la obra de
Hemingway. Hemingway era ciudadano del mundo, y muchos norteamericanos se
enamoran por Cuba debido a su lectura de Hemingway. Una vez aquí, el lector
norteamericano se entera de cuánto puede aprender de los demás escritores
cubanos que, en su turno, han escrito sobre Hemingway. El gran libro de Vd.
sobre el Torneo Hemingway ya es punto de referencia imprescindible para
cualquier estudioso de Hemingway, tanto en Cuba como en Estados Unidos. Los
escritores como Vd. y como Hemingway buscan las semejanzas entre los pueblos que
nos unen. La diplomacia cultural siempre triunfa porque busca terreno común o
aguas comunes entre los pueblos. La pesca es la mejor diplomacia porque los
peces no llevan pasaporte.
NOTAS
1-
Don Antonio de Nebrija (1441-1522), destacado humanista español, autor de la Gramática de la Lengua Castellana,
publicada en 1492, primera obra dedicada al estudio de la lengua que se
constituiría después como idioma oficial de España y otras numerosas naciones
del orbe.
2-
LaPrade: La censura de Hemingway en España
(1991), p. 44.
3-
Cirules: Hemingway, ese desconocido (2015),
p. 267.
4
A sabiendas de que el entrevistador podría ser calificado de exhaustivo en
exceso, conviene en estos tiempos poner la prueba a disposición del lector:
En
el verano de 1977, apenas comenzando el mandato de James Carter, un periódico
de Virginia llamado The Free Lance-Star,
puso en circulación con fecha 19 de agosto un artículo cuyo solo título era ya
toda una declaración: “Treasure Lake - Bass Fishing Paradise”, pero su
contenido era aún más provocativo, sobre todo si el lector era un pescador
aficionado: “Si usted se encuentra en la India, irá a ver el Taj Mahal. En
Egipto visitará las Grandes Pirámides. Un norteamericano pescador de lobinas
boquigrandes aterriza en Cuba con un único objetivo ― una peregrinación (pilgrimage) a la Laguna del Tesoro.” Con
los cambios introducidos por Barack Obama en las relaciones con Cuba, no
tardaron en aparecer ofertas de viajes de pesca a Cuba, como el que puso a
disposición del público la experimentada agencia Orvis en su sitio de internet
(www.orvis.com/s/orvis-hosted-tripto-cuba/14246).
En la más reciente lectura de este artículo, se acompañaba con la siguiente
nota: “The recently announced travel
restrictions to Cuba may cause travelers and anglers to fear they have missed
their chance. Rest assured that Orvis continues to provide fully compliant
trips to this incredibly unique destination.”
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